COMENCEMOS DESDE EL PRINCIPIO
Se ha dicho que nuestra Constitución Nacional es, si no la mejor, una
de las mejores del mundo, a pesar de
cuestionadas enmiendas. Su articulado ha sido objeto de análisis en incontables ocasiones por parte de
políticos, abogados, periodistas, gobierno, oposición y hasta del ciudadano “de
a pie” –como le dicen-.
En mi
humilde entender no comenzamos por el principio. El Preámbulo de la Carta
Fundamental dice: “…e invocando la protección de Dios…”. Ahora me pregunto: si el preámbulo no importa,
entonces ¿para qué se redactó como está? ¿de adorno? No creo. ¿Como amuleto de
buena suerte? Mala praxis! Realmente, todas las anteriores Constituciones han
establecido expresiones parecidas, incluso las más antiguas contenían en su
Preámbulo lo siguiente: “En el Nombre de
Dios Todopoderoso, Autor y Supremo Legislador del Universo…” Pero ¿se puede invocar la protección de Dios
sin obedecerle? Sí, claro! El problema es el resultado y aquí estamos…. No me refiero a formalismos religiosos. Veamos:
En
el mundo, millones dicen creer en Dios. Pero vamos como vamos por desobedientes,
porque Dios nos está hablando y no lo
queremos escuchar. Me remito a Venezuela porque es lo que me duele, y he
escuchado de muchos decir osadamente “Dios nos abandonó”. Pues no. Nosotros Lo
abandonamos a Él. Desde hace siglos, se
nos enseñó a creer en Dios a través de un sistema religioso por la necesidad que
tiene la mayoría de los seres humanos de creer en algo o alguien y desde ahí
muchas subreligiones han surgido; paradójicamente, la palabra “religión” no
existe en ninguno de los cuatro Evangelios. Sin embargo, una de las acepciones
etimológicamente aceptadas de la palabra “religión” es ésa: La necesidad
intensa del ser humano de estar ligado
con Dios. Pero he aquí las preguntas: ¿a
cuál Dios? ¿ligados cómo, o para qué, o de qué manera? Muchos ven a Dios como un dedo acusador, o como una
“energía o fuerza” esperando órdenes nuestras; o “un dios pequeñito hecho a
imagen y semejanza nuestra” sin ninguna libertad de acción.
Por eso el país está vacío,
extraviado, y la gente prefiere decir
“yo no creo en Dios” o “yo creo en ‘dios’ a mi manera” para evitar según ellas,
que sus obras sean traídas a la luz. Otros, sin embargo, lo ven como una
especie de “Shazam” y le piden a “diosito” –expresión por cierto irreverente-
que les ayude a salir de un problema o les conceda un deseo (cual lámpara de
Aladino.) Se nos enseñó a creer en Dios pero a través de un sistema religioso
humano y tergiversado, con algunos matices espirituales que ha conducido a
confusión y a un lamentable y peligroso sincretismo, acompañado de vez en
cuando con una oración que se oye “como címbalo que retiñe” es decir, vacía
(evocando en esta expresión al apóstol Pablo) no salida de un corazón sincero. De
ahí la deserción en ese sistema. Bien dice Jesús que se ha querido quebrantar
el mandamiento Divino con las tradiciones humanas. (Mateo 15:3)
Pero
existe una gran diferencia entre “creer en Dios” y “creerle A Dios”, como lo dicen acertadamente reconocidos
conferencistas de la fe Bíblica.
El
Apóstol Santiago dice: “¿Crees que Dios
es uno? Bien haces. Los demonios también y tiemblan” (2:19) A veces ni nosotros le temblamos a Dios, sino
peligrosa y equivocadamente al diablo. Una de las infelices aseveraciones que
nos ha esclavizado en el libertinaje moral de nuestro país es cuando decimos
“creo en Dios a mi manera” o “no creo en Dios” (el efecto es el mismo); y cuando hay
libertinaje moral hay libertinaje en todo y lo estamos viviendo desde hace tiempo en todos
los ámbitos porque nuestra conducta nos delata: no nos respetamos, ensuciamos
nuestras calles, derrochamos el agua, nos detenemos con el vehículo donde nos
plazca, se realizan actos antihigiénicos en la calle, actos indignos, robamos
con la tristemente célebre “viveza criolla”, hay homicidios por doquier con
absoluta impunidad, saqueos, libertinaje sexual, conductas intemperantes,
burla, corrupción a todo nivel (gobernantes y gobernados en mayor o menor
cantidad) y la lista sigue…. Eso forma parte de la inmensa escala de antivalores.
Creer EN Dios, o creer EN Dios A NUESTRA MANERA
no es otra cosa que pretender
hacer a Dios “a nuestra imagen y semejanza”, es decir, todo lo contrario
de lo que Él estableció. ¿No será
entonces que esa invocación de Dios en la Constitución la aplicamos “a nuestra
manera”?
¡Y
todavía nos preguntamos por qué estamos así! Por desobediencia, sencillamente!
¿Es difícil obedecer a Dios? Pues no, si entendemos que los resultados son para
bendición. Dios no nos va a exigir nada que no podamos cumplir y es por nuestro
bien porque nos ama. El patriarca Moisés por mandato de Dios dijo: “No haréis como todo lo
que hacemos nosotros aquí ahora, cada uno lo que bien le parece”. Estamos
esclavizados y entrampados porque nos acostumbramos a hacer lo que se nos viniera en ganas y
nos hemos perdido de disfrutar de las más de 7000 –léase bien: siete mil-
bendiciones que Dios ha prometido a los que Le obedecen. Por eso no hemos
podido CREERLE A DIOS, porque no LE conocemos. Y solo podemos hacerlo mediante
JESÚS exclusivamente. (no lo digo yo. Lo dice Él); porque como dice el Señor en el Libro del Profeta Oseas, 4:6 “Mi pueblo pereció porque le faltó
conocimiento” o como dice en Proverbios 14:12: “hay caminos que al hombre le parece derecho pero al final es camino
de muerte”.
Muchas
veces hemos pensado que si invocamos la protección de Dios, Él nos va a
proteger sin importar lo que hagamos, porque a fin de cuentas nos dio libre
albedrío. Otro error en el que nos complacieron y nunca nos corrigieron. Es
verdad que tenemos libre albedrío, pero esa libertad significa saber escoger
entre el camino de vida y camino de muerte (muerte=desobediencia). Si escogemos
andar por un camino distinto al que Dios dice, obviamente no nos va a proteger
porque decidimos salir de la esfera de la bendición. Y Él nos dice claramente
cuál es el camino de bendición y cuál el de maldición (por ejemplo, Deuteronomio
28). Dios respeta nuestras decisiones, pero no es “alcahuete” de las malas. “Abandone
el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al SEÑOR,
que tendrá de él compasión, al Dios nuestro, que será amplio en perdonar”. Isaías 55:7.. “El temor de YHVH (Dios) es el principio de la sabiduría, Y el
conocimiento del Santísimo es la inteligencia” (Provb 9). Más: Proverbios
3. No hay Libertad ni Verdad, ni Paz
integral cuando el camino no se
transita con el Autor de la Vida; por eso Él dice “conoceréis la Verdad y la
Verdad os hará libres…” Juan 8:32
Venezuela desde hace cientos de
años, camina de espaldas a Dios. Es por eso que ahora en medio de tanta
confusión nacional la gente comenta “algo nos está queriendo decir Dios, esto
es una lección”. Y lo es. “Porque
el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por
hijo” (Hebreos 12:6) Las lecciones duras
sacuden el espíritu y la conciencia del ser humano. Veamos unos pocos ejemplos
de nuestra desobediencia: Dice el salmo 33:12 “bienaventurada la nación cuyo Dios es YHVH”. (Dios). ¿Hemos tenido
a Dios como el Señor de Venezuela? No. No porque creamos en Él o le invoquemos
en la Constitución lo Es. No lo es sencillamente porque no le honramos como Él
dice: “Yo honro a los que me honran y los que me desprecian serán tenidos en
poco”. 1 Samuel 2:30. “Este pueblo solo de labios me honra; pero
su corazón está lejos de mí” Isaías 29:13. Mateo 15:8. ¿Por qué no lo
honramos? Porque no lo tenemos como Único objetivo o motivo de fe y de adoración
y hay alguien más en Su lugar. En muchísimos pasajes Bíblicos Dios se manifiesta
sobre ello. ¿Le hemos obedecido en eso?
No y lo sabemos todos. La fe ha sido depositada en forma desviada en motivos
compartidos y Dios no comparte su gloria ni su alabanza con nadie (Isaías 42:8,
entre otros).
Dios no
cambia ni puede ser burlado. ¿Hemos honrado la primera Institución bendecida
por Dios, la familia? En la inmensa mayoría de los casos no. Se practica un “segundo frente” como algo “normal”. (le
tengo terror a la palabrita “normal”). Se les pone a los hijos los anticonceptivos
en sus bolsos o carteras, cuando Dios nos demanda como padres a cuidarlos
celosamente y eso no es cuidar. ¿Somos
honestos? En la inmensa mayoría de los casos, NO. Vamos! Seamos sinceros! Las
mentiritas blancas son las peores, porque las disfrazamos como “buenas o
necesarias”. Mentimos porque es “normal”. Y Jesús dice que los que mienten son
hijos del padre de mentira y no de Dios! (Aunque se nos ha dicho que todos
somos hijos de Dios, no es cierto. Otra mentira.) ¿Hemos obedecido? No. ¿Estamos Honrando a
Dios? No, para nada! Él dice que debemos atender solo a Su Hijo, Jesús. ¿Lo
hemos hecho? No. Y esto nos atañe a todos.
Y paro de contar porque no
alcanzarían espacio para anotar más. !Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo
bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo
amargo por dulce, y lo dulce por amargo! !Ay de los sabios en sus propios ojos,
y de los que son prudentes delante de sí mismos! (Isaías 5:20) ¿Cómo
podemos esperar que Dios nos proteja con la mera invocación en la Constitución, si
decidimos desobedecerle y andar en nuestros propios caminos? Eso, en resumidas
cuentas es la violación del Cuarto Mandamiento: “No tomarás el nombre de YHWH tu Dios en
vano; porque no dará por inocente YHWH al que tomare su Nombre en vano” Éxodo
20:7, pero como invocamos Su Nombre y le hemos desobedecido, lo tomamos en vano
y lo estamos pagando. Lo que pasa en el país no es otra cosa que la
consecuencia de décadas de desobediencia. Le abrimos puertas al mal. Debemos
tener presente que la Venezuela “saudita” no fue otra que una “Venezuela
espejismo”. De agrícola a petrolera! Nos envanecimos… nos llenamos de orgullo,
pero no del orgullo honroso, sino del orgullo soberbio. Recordemos porqué cayó
el ángel del mal… y mucho cuidado que él no es fábula! Es tan real como el día
y la noche. Fábulas son las que le contaron a nuestros indígenas en la colonia.
Como dice el reconocido escritor, historiador y teólogo español César Vidal,
“flaco favor” hicieron los españoles de la colonia en nuestros países latinos
en lo que respecta a los valores del espíritu, columna vertebral de la esencia
de la vida. ¡Torcieron todo premeditadamente en nombre de la corona para
usurpar el Poder de Dios!
Pero retomando el tema, por ese orgullo
soberbio consecuencia de la Venezuela saudita o "Venezuela Espejismo" nuestro envanecimiento fue tal
que nos jactábamos en decir “tenemos el país más bello del mundo” como si fuera
mérito nuestro, o como si nos lo hubiésemos merecido… Aunque fuera cierto, no
fuimos nosotros quienes pusimos en él las bellezas naturales, el petróleo, los
paisajes, el clima, las muchas riquezas… En cambio, algún día el Hacedor de tantas maravillas nos
exigirá cuentas de esa administración. ¿Solo a los políticos? No! a todos,
porque somos una sociedad de cómplices en todos los estratos! Nos
caracterizamos por ser siempre el país de “lo que me da la gana”. ¿Por qué te
comes la luz? Porque me da la gana! Por qué botas basura en la calle? Porque me
da la gana, además no es problema tuyo! ¿Por qué te detienes en medio de la
calle y bloqueas el tránsito? Porque me da la gana y además, todo el mundo lo
hace!” Y pare de contar. ¿Cómo se puede tener “el país más bello del mundo” con
tanta irreverencia, grosería y mal testimonio ante Dios y otros países y en
particular, ante nuestros hijos? Esa que llamo “Venezuela Espejismo” nos llevó
a una “Venezuela Pesadilla”. Y todavía oigo gente decir “no nos merecemos esto
que nos pasa”. Pero nos lo buscamos, lamentablemente. Pero Dios es Bueno, Fiel
y Misericordioso… Renueva Sus Misericordias cada mañana en espera precisamente
de ese arrepentimiento y conversión solo hacia Jesús, no el religioso, sino el
de VERDAD! (Mateo 17:5) Sin embargo mientras no ocurra, seguiremos en un
oscurantismo no solo espiritual sino por ende, social
Éramos felices y no lo sabíamos?
Estoy convencida que eso no es así. Más bien TENÍAMOS CÁNCER Y NO LO SENTÍAMOS…
Venezuela –nosotros- es definitivamente UNA HIJA PRÓDIGA reflejada precisamente
en la parábola que el Señor Jesús nos relata en el Evangelio de Lucas capítulo
15, versículos 11 al 32. Busque usted. Derrochadores de grandes riquezas,
facilistas, corruptos y corrompidos, superficiales, epicúreos, sin valores, viendo
todo lo malo en algo “normal” para pretender convertirlo en “algo bueno” dizque
por conveniencia. En muchos casos de renombre, el exacerbado intelectualismo
cosmopolita nos encegueció el espíritu, asiento de los valores. Me refiero al
espíritu como esencia de vida, no al religioso reservado hipócritamente para
los domingos que de nada aprovecha ni honra a Dios. No que sea malo ser culto o
preparado; no se me mal interprete. Es bueno y muy importante el conocimiento
para crecer y aprender, para avanzar. Pero se puede ser un gran intelectual y
al mismo tiempo un delincuente refinado si no se cultivan los verdaderos
valores de formación que no se aprende en la escuela y menos en la universidad.
Por eso refiero el “exacerbado intelectualismo” que idolatramos muchas veces al
punto de bloquear el espíritu. O tal vez, en el mejor de los casos, llegamos a
pensar equivocadamente “mientras más me prepare, mejor persona seré”, pero en
algún momento nos damos cuenta de nuestro limbo espiritual; entonces nos
preguntamos “¿cómo es que mientras más sé y mientras más conozco y estudio,
menos entiendo lo que ocurre?” Y se forma la gran interrogante de todos: ¿Pero
qué vamos a hacer? ¿Cómo salimos de ésto?
Terminamos siendo “esclavos de
nuestro propio libertinaje… la Venezuela pesadilla…
¿Se puede corregir? ¡Claro que sí!
Pareciera difícil, pero no; Nos toca
volver nuestro rostro y corazón al Padre Amoroso y Maravilloso que nos dio esas
riquezas, como ocurre en la parábola del hijo prodigo, al final; Digo… si
queremos romper las ligaduras de impiedad que nos atan y recibir en Amor y
obediencia las Preciosas Bendiciones de Dios en Libertad y con plena
certidumbre de fe… Es cuestión de decisión y voluntad si queremos ver de verdad
a Venezuela Renovada. Dios renueva sus misericordias cada mañana, pero no para
complacernos en lo que se nos ocurra, sino esperando ese arrepentimiento y esa
voluntad de cambio. Pidámosle ante todo perdón por Venezuela. Mientras más
largo lo hagamos, más difícil, doloroso y largo será el recorrido.
COMENCEMOS DESDE EL PRINCIPIO. Honremos la
invocación de Dios que está en el Preámbulo de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela. Tal vez unos quieran ahora, otros luego, otros no.
Pero el cambio se genera porque dice Dios en el Libro del profeta Isaías que Su
Palabra no regresa vacía y la hace prosperar en todo para lo cual la envía (Isaías
55:11) y que Él no es hombre para mentir (Números 23:19). Cuando el apóstol
Pedro predicaba el día de pentecostés a
los judíos incrédulos sobre la muerte y resurrección de Jesús (no es religión,
por favor), ellos compungidos contestaron luego a Pedro y a los otros apóstoles
“varones hermanos, ¿qué haremos?” (Hechos 2) Ahí está la respuesta más directa,
considerando que esa fue para judíos y no judíos; de aquel tiempo y de todos
los tiempos. Le invito a leerla. La
Palabra de Dios es Viva y Eficaz y más cortante que toda espada de dos filos.
(Hebreos 4:12).
Cuando dispongamos nuestro corazón para entender el trascendental
significado de obedecer a Dios prescindiendo de formalismos religiosos y
contaminantes tradiciones, entonces el Espíritu Santo (expresé que no es
religioso) de Dios comenzará a ordenar los pasos de Venezuela. No hay mortal
que tenga la vara de la moral y por eso, es urgente acudir al Código de
Instrucciones por Excelencia, si en realidad queremos ver un cambio hermoso en
nuestro país.
El es nuestro Creador y nosotros, todas y todos sus criaturas; y el
Manual del Fabricante es la Biblia, acuñando esa excelente analogía de los
mismos conferencistas. Dios quiere que
nos acerquemos a Él a través de una relación personal y directa. Cierro
recordando la Invocación de Dios en el Preámbulo de la Constitución: “El pueblo de Venezuela, en ejercicio de sus poderes
creadores e invocando la protección
de Dios….” y Dios
dice: “si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi
nombre es invocado, y oraren, y
buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los
cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” 2 Crónicas 7:14.
No sigamos resistiendo. ¿A qué le tenemos miedo? Que no nos pase como a Jerusalém, cuando Jesús
al verla, lloró diciendo: “si
también tú conocieses a lo menos en este día lo que es para tu paz; mas ahora
está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos
te rodearán con tu vallado y te sitiarán…. Por cuanto no conociste el tiempo de
tu visitación.” (Lucas, 19:42). Dispongamos nuestro corazón hacia Cristo
Jesús con arrepentimiento sincero. Dios está hablando. El cambio comienza desde
nuestra esencia de vida.
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